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CARTA A R. S.

Brownsville, julio 22 de 1993

R. S.
D. F.

Estimada hermana:
Recibí su cartita y me alegra saber que se siente feliz luchando por la obra de Dios; eso es muy importante, pues aunque nos "es impuesta necesidad" de anunciar el evangelio (1Cor.9:16-17), si lo hacemos con gozo redundará en un bien mayor.
Ahora trataré de contestar sus preguntas.
1) ¿Podré regalar juguetes con imágenes, conociendo la Ley de Dios?
Es más correcto regalarlos sin imágenes.
2) ¿Puede un ungido seguir siéndolo expresándose en estos términos: «Estúpido, dundo, idiota, animal»?
Depende de como lo diga, pero la mejor respuesta está en Mat.5:22.
3) ¿Puede un miembro de la Liga de Oraciones Especiales pertenecer a la misma estando en riña constante con diferentes personas...?
Las oraciones no deben ser impedidas por las riñas; las riñas sí deben ser impedidas por las oraciones.
4) ¿Un ungido puede no serlo por el hecho de bailar?
La palabra de Dios no prohibe el baile, pero en los tiempos bíblicos, sobre todo en Israel, los bailes eran muy distintos a los bailes modernos. Al igual que el canto y la música, el baile puede elevar el espíritu o excitar la carne, todo depende del estilo y la forma. Como medida preventiva, en nuestra iglesia no se permite forma alguna de baile.
5) ¿Estoy pecando en desobediencia cuando se exige trabajo de colecta todos los días, y no lo hago por la escuela de los hijos, trabajo en mi casa, agotamiento, etc.?
Según Sant.4:17, se incurre en pecado de omisión cuando no hacemos algo que debemos hacer. Cuando varios asuntos reclaman nuestra atención al mismo tiempo, debemos establecer un orden de prioridades para atender primero lo que es más necesario.
6) A su última pregunta: "¿Cómo me ve?", puedo contestarle que no debe preocuparse por como le veo yo, u otro cualquiera. Preocúpese por saber como le ve Dios.

Me imagino que usted se siente incómoda viviendo con estrechez entre tantas personas; si es así, sepa que, de tiempo en tiempo, para depurarnos, Dios suele usar medios que nos resultan desagradables; pero lo hace con el fin de ayudarnos a madurar espiritualmente.
Como el diamante es el cuerpo más duro que se conoce, los joyeros no pueden pulirlo con lija, limas u otra cosa que no sea polvo de diamante.
De igual forma, cuando el cristiano llega a alcanzar tal temple que las molestias de afuera ya no le hacen mella, entonces Dios nos purifica con los de adentro. Sin pulir, el diamante no brilla. Como el diamante tiene que ser pulido con diamante, así el cristiano tiene que ser pulido con cristiano.
Dispense que esta carta se convirtió en un sermón; usted fue la causante con sus preguntas.
Saludos a su familia. Le aprecia su hermano en Cristo,

Ob. B. Luis